El presidente Luis Abinader acertó con el nombramiento de Magín Díaz como ministro de Hacienda, porque representa un fiable escudero para desbrozar camino de retorno al difícil escenario de la reforma fiscal, cerrado por el riesgo de estallido de una bomba social que se mercadeaba disfrazada de fiscalidad.
En término grafico puede decirse que para garantizar la estabilidad macroeconómica y la propia gobernanza se requiere volver sobre el sendero de una posible modificación del ensamblaje tributario, no porque sea bueno ni malo, sino porque el norte actual conduce al despeñadero.
Es posible que en el partido oficial se encuentre algún dirigente con currículo para desempeñar ese ministerio, pero casi imposible que iguale la confianza que los actores económicos dispensan a Magín Díaz, no solo por sus altos vuelos profesionales, sino también por su dilatada experiencia como servidor público.
Para empezar, el nuevo funcionario restablecería una urgente y necesaria relación armónica entre el sector financiero oficial con el Banco Central y la Junta Monetaria, basado en la colaboración y en el respeto a la autonomía del banco emisor, lo que estuvo cercano a la quimera con el otro incumbente.

Magín Díaz no es supermán, aunque se vista de Clark Kent, pero posee suficiente arraigo entre el liderazgo político y empresarial como para liderar, con obvio respaldo presidencial, de un retorno a la fiscalidad por el lado más amable o menos tormentoso.
Es claro que la oposición política nunca respaldaría al menos públicamente otro intento de reforma fiscal, aunque no se opondría a que el gobierno cargue con el muerto y el féretro, porque en ese tipo de iniciativa en términos políticos solo se implora y se llora.
PRM
No entiendo las razones por las cuales al interior del PRM el nombramiento de Magín ha causado escozor, porque lo que debería la dirigencia de ese partido es sentir alivio de que uno se fue y el que llega viene cargado de deseos afrontar un entramado de problemas que obligan a llevarse las manos a la cabeza.
Entre los retos y desafíos que afronta el ministro Magín figura el crónico déficit fiscal (3% del PIB), abultado endeudamiento (46.5 del PIB en el SPNF), servicio de la deuda cercano al 30%, baja inversión de capital (2.8%), entre muchos otros problemas.
Creo firmemente que el presidente acertó al designar a Magín Díaz al frente de lo que ya se perfila como un súper ministerio, que junto al Banco Central y la Junta Monetaria tienen la misión de salvaguardar la estabilidad macroeconómica ante las tormentas de incertidumbre.
jpm-am
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