Elon Musk y su equipo de SpaceX pueden dar un respiro colectivo de alivio. Luego de un par de días de aplazamientos y demoras por temas de clima, la décima prueba de vuelo de Starship por fin pudo realizarse desde la plataforma de lanzamiento en Starbase, Texas.
El cohete más grande y potente de SpaceX despegó este martes 26 de agosto a las 17:30 horas (hora de la Ciudad de México), alcanzó una altitud de 192 kilómetros y emprendió una trayectoria suborbital a más de 26,000 kilómetros por hora hacia el océano Índico, donde la nave hizo splashdown, una hora después del despegue.
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El despegue de hoy de Starship generó expectativas que estuvieron muy por encima de otras pruebas de vuelo que ha realizado SpaceX recientemente (la transmisión en vivo por el canal de X de SpaceX alcanzó más de 1.8 millones de visualizaciones). ¿Por qué tanto interés? Por un lado, la catastrófica falla del 18 de junio que resultó en la enorme explosión y destrucción del vehículo 36 de Starship, entre otros fracasos pasados. Y por otro lado, las protestas de activistas y ciudadanos en Texas alarmados por el impacto ambiental de las pruebas y maniobras en Starbase y alrededores, a las cuales se han sumado los reclamos del gobierno mexicano por los escombros que han terminado en su territorio.
Starship también juega un papel importante en las ambiciones de Musk de colonizar Marte, y esta podría ser una oportunidad para que el empresario recupere la confianza del gobierno de Donald Trump, del que su empresa depende financieramente. Recordemos que Starship fue diseñada como un sistema de transporte espacial totalmente reutilizable. Consta de dos partes: el Super Heavy, un propulsor impulsado por un conjunto de 33 motores Raptor que proporciona el impulso necesario para salir de la Tierra; y la Starship, la nave que se encargaría de llevar tripulación y carga al espacio exterior.
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