En un documento político publicado este mes, China señala su ambición de convertirse en líder mundial en interfaces cerebro-computadora (BCI), la misma tecnología que están desarrollando Neuralink, de Elon Musk, y otras empresas emergentes estadounidenses.
Las interfaces cerebro-computadora leen y descodifican la actividad neuronal para traducirla en órdenes. Al proporcionar un enlace directo entre el cerebro y un dispositivo externo, como un computadora o un brazo robótico, las BCI tienen un enorme potencial como dispositivos de asistencia para personas con discapacidades físicas graves.
En Estados Unidos, Neuralink, Synchron y Paradromics, entre otras, han surgido en los últimos años para comercializarlas. Ahora, China cuenta con varias empresas nacionales de BCI y su gobierno está dando prioridad al desarrollo de esta tecnología.
Qué dice el documento exactamente
En julio, siete departamentos del gobierno chino, incluidos el Ministerio de Industria y Tecnología de la Información, la Comisión Nacional de Salud y la Academia China de las Ciencias, elaboraron conjuntamente un nuevo documento político que establece una hoja de ruta para que China logre avances en tecnología de BCI en 2027 y construya una industria competitiva a escala internacional en 2030.
«Sabemos que a China se le da bien traducir la investigación básica en usos prácticos y comercialización. Lo hemos visto en otros sectores, como la energía fotovoltaica y los vehículos eléctricos. Ahora las BCI son otro campo en el que va a ser fundamental», afirma Max Riesenhuber, profesor de neurociencia y codirector del Centro de Neuroingeniería del Centro Médico de la Universidad de Georgetown, que ha publicado investigaciones sobre los avances de China en chips cerebrales. Max agrega que el documento expone todo el conjunto de actividades necesarias para convertirse en líder, no solo en investigación, sino también en su generalización.
La investigación sobre BCI se remonta a los años 70, pero durante décadas la tecnología fue demasiado engorrosa y poco fiable para las aplicaciones prácticas. Neuralink y sus competidores estadounidenses pretenden mejorar el diseño y las prestaciones de las primeras interfaces para fabricar productos útiles para los pacientes.
La incursión de China en la investigación sobre BCI fue más tardía, pero el país se está poniendo rápidamente a la altura de Estados Unidos. Varias empresas e institutos de investigación chinos han probado con éxito chips cerebrales en pacientes, demostrando que las personas con parálisis pueden mover un cursor en la pantalla de una computadora, manejar un brazo robótico y escribir sus pensamientos. El año pasado, el gobierno chino publicó unas directrices éticas para el uso de BCI. Ahora, su documento político establece una hoja de ruta para acelerar el desarrollo de estos dispositivos. En él se describen 17 pasos concretos, entre los que se incluyen la creación de mejores chips para captar las señales cerebrales, la mejora del software para descodificar esas señales, la estandarización de la tecnología BCI y el establecimiento de capacidades de fabricación.
«El gobierno chino siempre ha apoyado las tecnologías disruptivas. Creo que, desde el punto de vista del gobierno, esta política significa que la tecnología BCI ya ha pasado del nivel de concepto al de producto», expresa Phoenix Peng, cofundador y consejero delegado de NeuroXess, una empresa de BCI con sede en Shanghai.