Robert Moses no era ni abogado ni ingeniero, pero era alguien que construía a una velocidad de vértigo. Debería haber sido acusado, como lo fue por Robert Caro, autor de The Power Broker (El corredor de poder), una biografía condenatoria de Moses. Debería haber sido detenido en la década de 1960.
Pero no tiene sentido que sigamos pisoteando el nombre de Robert Moses en un momento en el que es completamente imposible construir transporte público en Nueva York. Necesitamos un poco de construcción. No tiene por qué ser exactamente al estilo de Robert Moses; simplemente debemos centrarnos un poco más en obtener resultados, en lugar de enfocarnos tanto en el proceso.
¿Basta con emplear ingenieros en el gobierno? ¿O hay otro factor? 
Tiene que haber algo más. Debe haber un sentido de que la ley es también una herramienta para alcanzar acuerdos, más que un instrumento para generar litigios y regulaciones.
Un gran reto para el metro de Nueva York ahora es cómo mantener un sistema de 100 años de antigüedad. Sí, China ha construido mucho en la última década, pero ¿serán capaces de mantenerlo bien?
El Estado ingeniero siempre va a estar derribando cosas y construyendo más, en parte, porque son ingenieros. Ni los gobiernos locales ni el central son muy imaginativos, porque siempre que tienen capacidad para gastar en algo, se limitan a construir más infraestructuras.
Tragarse el orgullo
Cuando hablas de recuperar la industria manufacturera en Estados Unidos, ¿significa recuperar todo tipo de manufacturas o solo unas pocas?
Creo que deberíamos optar por traer más y no menos. Quizá sea difícil decir que los zapatos y las camisetas son lo más importante, pero a EE UU le cuesta mucho producir cosas más complejas. Es importante que tenga más producción electrónica; también es bueno que tengamos más producción de baterías para vehículos eléctricos (VE).
¿EE UU puede realmente recuperar esas industrias, dado que China no parece interesada en desprenderse de su ventaja manufacturera ni en desindustrializarse?
Los líderes tecnológicos chinos, como BYD y CATL, tienen muchas ganas de invertir más en Estados Unidos. Puede que en algún momento resulte difícil, por ejemplo si Pekín prohíbe a CATL invertir en EE UU, pero en general lo que vemos es un gran interés por parte de las empresas chinas en realizar estas inversiones. Creo que Estados Unidos debería acogerlas con satisfacción.
Pekín ya está examinando con lupa este tipo de inversiones en el extranjero, porque no quiere perder los secretos comerciales de China. ¿Lo habrán aprendido de Estados Unidos?
Puede que sí. Pero creo que ahora Estados Unidos debería aprender más de China. Si China ha tenido una ayuda sustancial, especialmente de empresas como Apple y Tesla, construyendo instalaciones de fabricación en Shenzhen y Shanghái, entonces EE UU aún puede aprender más de China en lugar de impedir que los líderes tecnológicos chinos construyan más.
Y eso requiere tragarnos nuestro orgullo, ¿verdad? Debemos aprender de China, aunque los políticos estadounidenses no quieran admitirlo.
Sí, creo que todos deberíamos tragarnos el orgullo. Mi filosofía personal es que si alguien quiere servirme mierda, mi respuesta siempre va a ser: «¿Me sirves más, por favor?» Así es como deberíamos vivir todos.
La ingeniería sale mal
¿Crees que las empresas tecnológicas prefieren operar en un país dirigido por ingenieros como China en lugar de en la sociedad de abogados de Estados Unidos?
En general, las empresas prefieren que los ingenieros gobiernen hasta cierto punto. Porque ellos están mucho más centrados en hacer cosas muy racionales, como averiguar cómo construir un gran sistema de metro. Quizá sus normativas también sean más racionales.
